Esta antigua casa de labranza, convertida en establecimiento de turismo rural, se empezó a restaurar en 2006. Ha sufrido a lo largo de la historia numerosas modificaciones, lo que provoca que no se sepa con exactitud la antigüedad de la misma.
En la restauración del edificio se tuvo en cuenta la esencia rural de la casa, para no perder su encanto, y se mantuvieron características propias del edificio como el horno romano situado en el comedor, antigua carnicería (secador de castañas) de la casa.
Sus habitaciones están ubicadas en lo que antaño fueron pajares y caballerizas. Además, la casa cuenta con huerta ecológica y los jardines que poseía la finca. Todo el complejo está rodeado por un muro de pizarra, típico de la zona, que aporta tranquilidad y un toque hogareño a la propiedad.
En su apuesta por la calidad, sus 10 habitaciones cuidadas al detalle, ofrecen a sus clientes el máximo confort, convirtiéndolo en un entorno privilegiado para la práctica del turismo activo y del enoturismo.
